Las prácticas tradicionales pueden ofrecer soluciones actuales a problemas complejos.
Los huertos circulares son una técnica agrícola tradicional rescatada y adaptada por comunidades del sur del Tolima, Colombia, como una respuesta concreta frente al cambio climático. Esta forma de cultivo, basada en la cosmovisión indígena Pijao, permite una producción sostenible, resiliente y alineada con los ritmos de la naturaleza.
Esta técnica, lejos de ser experimental, ha demostrado ser altamente efectiva en zonas de altas temperaturas y suelos degradados. En un contexto donde las sequías, la pérdida de fertilidad y el calentamiento global presionan la agricultura tradicional, los huertos circulares se posicionan como una respuesta viable y eficiente.
Acelera la producción agrícola, ya que mejora las condiciones del suelo desde el inicio. Aumenta la biodiversidad de cultivos, lo que mejora la resistencia a plagas. Regula el microclima local, generando sombra, humedad y viento controlado. Fortalece el tejido social, promoviendo el trabajo colectivo y el conocimiento compartido.
Recupera prácticas ancestrales, adaptadas al presente con un enfoque agroecológico. La tierra se enriquece con materia orgánica y se cubre con mantillo de bosque, lo cual potencia la vida microbiana. Las plantas, al crecer sobre este suelo revitalizado, desarrollan raíces más fuertes, resisten mejor el calor y aprovechan mejor el agua.
El diseño circular no es solo simbólico. Esta forma distribuye de forma natural la humedad, facilita la rotación de cultivos y requiere menos esfuerzo para su mantenimiento. Además, se adapta fácilmente a distintos climas y tipos de suelo, lo que la convierte en una herramienta versátil para enfrentar condiciones extremas.
La comunidad cultiva sus propios alimentos y fortalece su autosuficiencia. En tiempos de crisis alimentaria, esto representa una forma de resistencia pacífica y productiva.
Los huertos circulares no son la solución para una región específica. Su lógica puede ser replicada en distintos contextos rurales e incluso urbanos. Estos sistemas: Disminuyen la dependencia de agroquímicos. Promueven la soberanía alimentaria. Regeneran suelos degradados. Fomentan el uso de recursos locales. Mitigan el impacto del cambio climático.
El conocimiento ancestral sigue vigente: las prácticas tradicionales pueden ofrecer soluciones actuales a problemas complejos. Sostenibilidad no significa alta tecnología, muchas veces, lo simple es más eficaz.
Adaptarse al entorno es clave. La ecología empieza en casa: cultivar, compostar, entender el suelo, son gestos diarios que pueden escalar.