“Los desastres no son naturales, son sociales”

En el día Internacional para la Reducción del riesgo de Desastres un gigantesco incendio afectó una planta de la empresa Gasco en Maipú,  camino a Melipilla, debido a la inflamación en una línea de llenado de cilindros de gas, situación que provocó diversos cortes de tránsito en las calles aledañas.

También fue una voz de alarma para los habitantes de las poblaciones, villas y comunidades cercanas de esa  zona sur de la Región Metropolitana. El siniestro pudo haber tenido consecuencias desastrosas si bomberos no hubiese actuado con la eficiencia que los caracteriza.

Y justamente el Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres  aborda la relación recíproca entre la vulnerabilidad ante los desastres y desigualdades. Son dos caras de la misma moneda. Mientras que el acceso desigual a servicios como la financiación y los seguros deja a las personas con mayor riesgo expuestas al peligro, los impactos de estos desastres exacerban la desigualdad, empujando a los grupos de mayor riesgo a una mayor pobreza.

Dado que la mayoría de los países con alto riesgo de desastres se encuentran también entre los que tienen una mayor proporción de población que vive por debajo del umbral nacional de pobreza, la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres, UNDRR, anima a la población a pasar a la acción para romper el ciclo de catástrofes y desigualdad creciente.

Para movilizar la acción, la agencia de la ONU quiere concienciar sobre la brutal desigualdad de la vulnerabilidad ante los desastres y hace un llamamiento para combatir la desigualdad para un futuro resiliente, que es el tema de la celebración de 2023.

Chile además es un país que no descansa de eventos naturales. Normalmente nos sacuden temblores y terremotos. Desde la cordillera de Los Andes bajan torrentes caudalosos buscando sus cauces originales cuando hay tormentas. Un océano Pacífico feroz, con sus marejadas, recuerda normalmente de su existencia. Y habitamos junto volcanes donde se encuentra agazapada una masa ardiente a punto de explotar cada día.

Vivimos en un planeta donde la naturaleza no reposa, pero sus habitantes no terminan de entender. Es un mundo afectado por la violencia del cambio climático, con catástrofes permanentes, además de guerras. Y sumergidos en esta realidad se celebra el 13 de octubre el Día Internacional para la Reducción de los Desastres.

Este día fue creado por las Naciones Unidas  con el objetivo de minimizar los riesgos derivados de los desastres naturales y generar una cultura mundial sobre prevención y preparación ante estas actividades.

Susana Fuentez, Doctora en Relaciones Internacionales – Ingeniero en Prevención de Riesgos y Medio Ambiente, recientemente elegida miembro de la Junta Directiva del Sector Privado para Inversiones Sensibles al Riesgo (ARISE), de la Oficina de Naciones Unidas dedicada a la Coordinación de Reducción del Riesgo de Desastre, explica que en 1989 la Asamblea General de las Naciones Unidas proclamó el Día Internacional para la Reducción de los Desastres Naturales, que se celebraría el segundo miércoles de octubre.

“A partir de 2009, la celebración pasó al 13 de octubre y cambió de nombre, llamándose desde entonces, Día Internacional para la Reducción del Riesgo de los Desastres.

El motivo de este cambio se debe a que, según la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastre Los desastres no son naturales, sino que son el resultado de las omisiones y la falta de prevención y planificación ante los fenómenos de la naturaleza“.

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