Este viernes 21 de julio es el Día Mundial del Perro, una jornada promovida para rendir homenaje a uno de los mejores amigos del ser humano y reivindicar su vital importancia para el planeta. Esto cuando, actualmente en Chile hay más de 8 millones de canes con dueños, de acuerdo al primer informe del Programa Mascota Protegida de la Subsecretaría de Desarrollo Regional y Administrativo. Además, el 92,1% de las personas indica que los perros se convierten en un miembro más de su familia y son un apoyo emocional
Solamente discutida por los gatos, la posición como mascota favorita por lo general ha sido otorgada a nuestros amigos caninos.
Cabe recordar que el origen del perro está en el lobo, con sitios múltiples y casi simultáneos de aparición hace más de 30.000 años. Lo más probable es que hayan surgido, en un corto periodo, diferentes selecciones domesticadas de cánidos salvajes autóctonos, provenientes de distintas zonas. La migración de las poblaciones humanas habría hecho el resto en cuanto a la formación de razas, estirpes y familias.
El perro moderno más primitivo que se conoce, en este contexto, data de 36.000 años de antigüedad. Es un hecho aceptado que su aparición fue muy anterior a la agricultura y que el motivo para estas domesticaciones fue la gran ventaja que le otorgaba al cazador de la época.
El comportamiento social y gregario de cánidos como el lobo facilitó la integración y el entendimiento de sus descendientes en estructuras también sociales como las del ser humano, obteniendo así ventajas comunes para ambas especies. Los perros conseguían protección, alimento seguro, un clan jerarquizado, ordenado donde vivir y el ser humano, como cualquier cazador, podía contar con la ayuda de los perros para seguir y acosar a la caza.
Era una increíble ayuda cuando con lo que se contaba para abatir a la presa era tan solo un arco o una lanza. La incorporación del perro a la vida cotidiana del cazador pudo producirse por el acercamiento de lobos para aprovecharse de los desperdicios en los alrededores de los asentamientos humanos.
Otras teorías sostienen que, por la adopción y cría de cachorros huérfanos a sus progenitores por parte del hombre, surgió el perro. Precisamente, esta hipótesis de extracción darwiniana ha sido respaldada por prestigiosos científicos, como el etólogo y premio Nobel austriaco Konrad Lorenz.
En algunos hallazgos de restos prehistóricos, los seres humanos compartían su descanso eterno con los perros, que eran enterrados con collares y otros adornos, siguiendo algún tipo de ritual. Esto indica que era especial.
Su dieta era la misma que la de los humanos, demostrando de ese modo que se le daba al menos un buen trato. En tanto, una estructura craneal más chata y un paladar diferente al del lobo apuntan a un proceso avanzado de domesticación de la especie.
Los perros de peso mayor a 40 kilos podrían haberse utilizado también como animales de carga además de para la defensa y la caza. Además de sus funciones “laborales”, el vínculo más fuerte entre perros y seres humanos es, sobre todo actualmente, el afectivo.
Sin embargo, todos los datos sugieren que el perro apareció acompañando al hombre cazador y recolector más que al hombre agricultor, con un rol fundamental jugado por el ser humano en la modificación de la arquitectura genética del perro.
La llegada del perro a territorio americano ocurrió junto al arribo de oleadas de humanos migrantes presentando una variedad de perros en todo el continente, entre las que se destacan los perros sin pelo de México, Perú, Bolivia, Chile y Argentina. Todos ellos han llegado a nuestros días y algunos se han convertido en razas emblemáticas de sus países.
Felicidades en su día: Sultán, Luna, Sultana y tantos ignorados callejeros que soportan hambre, frío y enfermedades y sobre todo la indiferencia del ser humano; su supuesto mejor amigo.
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