En la Base Aérea El Bosque se vivió el primer salto en paracaídas de un chileno, el teniente del Ejército Francisco Lagreze Pérez. Gracias a su hazaña, desde el próximo año se celebrará el Día del Paracaidista Chileno el 28 de septiembre
SANTIAGO, 28 de septiembre de 2023.- Hace exactamente 99 años, en una tarde de domingo primaveral del 28 de septiembre de 1924, en la Base Aérea El Bosque, ubicada a 15 kilómetros al sur del centro de Santiago, en ese entonces entre los paraderos 28 y 38 de la Gran Avenida (hoy del 31 al 38), a un costado de la antigua “carretera” de salida hacia el sur de Chile, se vivió el primer salto en paracaídas de un chileno, el teniente del Ejército Francisco Lagreze Pérez.
Para conmemorar casi el centenario de esta hazaña histórica para el país y Sudamérica, este jueves 28 se efectuó una concurrida ceremonia en el Museo Aeronáutico y del Espacio de Chile en Cerrillos, que contó con una veintena de familiares del héroe de los cielos chilenos entre nietos y bisnietos.
Además, se hicieron presentes autoridades militares del Ejército, Armada, Fuerza Aérea, Carabineros; Dirección de Aeronáutica Civil, Instituto de Investigaciones Histórico Aeronáuticas de Chile, Comité Olímpico, Federación Chilena de Paracaidismo, clubes de paracaidismo y paracaidistas.
¿Cómo llegó a gestarse la hazaña histórica de Francisco Lagreze? La historia dice que dos meses antes había llegado a Chile el joven alemán Otto Heinecke, quien combatió en la Primera Guerra Mundial. Antes de tocar tierra nacional, tuvo un periplo por varios países europeos y sudamericanos durante 1924 para promocionar un paracaídas de su invención, pero no había encontrado voluntarios que se arriesgaran a saltar desde un avión.
Sin embargo, a falta de uno, tuvo acá en el país a dos militares que se ofrecieron para seguir sus instrucciones. Uno fue el teniente Lagreze y el otro fue el piloto aviador naval Agustín Alcayaga Jorquera, quien residía en Valparaíso.
Para entrar en confianza, el propio germano efectuó un par de saltos de demostración el 24 de septiembre, luego de recurrir a la Aviación Militar para pedir el apoyo de un avión que le permitiera realizar las demostraciones necesarias. El miércoles 24, minutos después de las diez de la mañana, el Capitán Barahona se elevaba en un Avro, conduciendo al paracaidista para que demostrara sus cualidades ante un reducido grupo de espectadores.
A una altura de 620 metros, el paracaidista alemán inició su descenso, permaneciendo dos minutos y 22 segundos en el aire, antes de posarse en la misma pista de aterrizaje de la Escuela de Aviación, sin novedad y casi andando, como dijeron cronistas de la época. El europeo aseveró a la prensa de entonces que ese era su 90° salto.
Fue así como el domingo 28 de septiembre, a las 10:30, ingresaba a El Bosque el ministro de Guerra y Marina, Almirante Luis Gómez Carreño, nombrado recientemente en ese cargo por la Junta Militar que se había hecho cargo del país el 11 de septiembre, en lo que se llamó “ruido de sables”. Ese día se celebraba un gran festival aéreo con competencias de aeromodelismo donde los niños eran los protagonistas, entre otras celebraciones con banderas chilenas por doquier.
Momentos más tarde, ante la natural expectación de los presentes, el teniente Francisco Lagreze Pérez, se presentó militarmente ante el director de la Base, el general Luis Contreras, el capitán Barahona y toda la oficialidad, pidiendo autorización para realizar un salto con el paracaídas de Heinecke, petición a la que el General accedió previa consulta al Almirante Gómez Carreño, quien viendo una gran decisión y valentía en este gesto del joven aviador para realizar tan arriesgada maniobra, lo autorizó.
Con paso firme y decidido el teniente del Ejército Lagreze, acompañado del paracaidista alemán, tomó colocación en la cabina de un biplano De Havilland DH-9 piloteado por el teniente Oscar Herreros Walker, el que lentamente tomó ubicación en el punto de despegue y se elevó por los aires.
El cielo azul, despejado de nubes colaboró en la ejecución del salto, que se realizó cuando el avión
alcanzó los mil metros. Desde allí, luego de recibir las últimas instrucciones, el oficial saltó al espacio cayendo libremente durante algunos segundos, que parecieron interminables para los espectadores, quienes emitieron una exclamación de alivio cuando vieron desplegarse la seda del paracaídas, el que ya convertido en un gran hongo flotante, frenó bruscamente la caída del novel paracaidista, quien al llegar a tierra realizó una rápida flexión de piernas, pero se golpeó sobre una piedra suelta del terreno, provocando una ligera dislocación en un tobillo.
El descenso se calculó en menos de tres minutos y ya en tierra rápidamente Lagreze fue socorrido por el personal presente en el acto. El público vibrante con la demostración de sangre fría y temeridad efectuada por el aviador chileno invadió la pista ovacionando por espacio de varios minutos al pionero del paracaidismo chileno.
De esta forma, Francisco Lagreze Pérez pasó a la historia de la aviación chilena, convirtiéndose en el primer sudamericano en lanzarse desde las alturas. Finalmente, un 8 de febrero de 1953, a los 53 años, falleció dejando un legado que hoy cumple 99 años.
Por ello en esta fecha, el 28 de septiembre de cada año, y a partir del próximo, se celebrará el Día del Paracaidista Chileno en su nombre, gracias a la gestión de la Federación Chilena de Paracaidismo (PARAFECH), que preside Francisco Fuerte Herrera.
IMAGENES / PARAFECH