La ley de la calle

Desde que proliferó la tendencia de vivir fuera de la capital en parcelas de agrado, escapando de los inconvenientes de la urbe, poblando lugares que antes eran campos y se cultivaban, crearon un problema que no existía: el tema de los accesos.

CARLOS POLPEKA / ciudadano del mundo

La ley es exacta en cuanto a los máximos de velocidad en ciudad, caminos rurales y carreteras. También es muy clara con respecto al uso de los vidrios polarizados. Sin embargo, para muchos las leyes no existen.

Desde que proliferó la tendencia de vivir fuera de la capital en parcelas de agrado, escapando de los inconvenientes de la urbe, poblando lugares que antes eran campos y se cultivaban, crearon un problema que no existía: el tema de los accesos.

Esto ha tenido un  gran impacto en las personas que viven  en la periferia y sectores más rurales, como Talagante, Melipilla, Isla de Maipo, Buin, Calera de Tango y la zona sur de San Bernardo, entre otras.

Uno de los caminos que conecta San Bernardo con Calera de Tango es San Teresa de Tango. Otro, es el camino de El Barrancón donde se forman tacos descomunales a las horas que los nuevos residentes de estos condominios se dirigen y regresan de sus trabajos en Santiago. Nadie sale más temprano o más tarde para evitar estas aglomeraciones increíbles en caminos rurales. Todos van y vienen a las mismas horas.

Sucede que se trata de caminos antiguos que estaban diseñados para el flujo de vehículos de hace algunas décadas, sin veredas, con determinadas características para circular por caminos rurales, no una carretera. No fueron construidos para autos que aceleran en pocos segundos a velocidades casi desproporcionadas, con conductores que siempre van atrasados, apurados y con una ansiedad impresionante para llegar alguna parte.

Entonces ocurre  que cuando se forman los tacos en El Barrancón el camino alternativo, como es en este caso Santa Teresa de Tango un poco más despejado, se transforma en una pista de carrera, con el consiguiente peligro para los parroquianos que se desplazan a pie, por el lado del camino.

Se han producido accidentes con  resultados de muerte. No hay que esperar más muertes. Hay que prevenir. Y como seguramente no existe dinero para ampliar los caminos y modernizarlos, es urgente construir “lomos de toro”.

Esto evitará  accidentes, heridos, muertes y que los  vecinos puedan caminar con un poco más de seguridad para trasladarse, por un lugar donde la iluminación es escasa cuando baja el sol.

Seguridad que tampoco existe al encontrarse con una cantidad extraordinaria de autos con vidrios polarizados, accesorio que últimamente se transforman en verdaderos escudos, sirviendo para que los delincuentes se cubran y tengan más posibilidades de cometer asaltos, portonazos y no puedan ser identificados.

Se necesitan medidas preventivas para caminos rurales, como los mencionados “lomos de toro”. Y medidas estrictas contra los vidrios polarizados, que evitaría un porcentaje importante de delitos.

La ley debe cumplirse y las autoridades deben ser rigurosas, como lo estuvieron haciendo en controles cuando comenzó la medida contra la delincuencia “calle sin violencia” que rige en San Bernardo, comuna donde se vienen a parapetar gran cantidad de delincuentes. La ley de la calle no debe ser dura solo por parte de los que se portan mal. La ley de la calle debe proteger a los ciudadanos que se esmeran por respetar las normas para un buen vivir.

IMAGEN / Agencias

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