Lo que ha sucedido en el gabinete de asesores del Presidente es un mal síntoma. Todos se marearon, causando la semana “horribilis” de inicio del año, salvo el Presidente que, con una decisión clara y categórica, no se creyó el cuento del “error”
CARLOS ALZAMORA / Periodista U. de Chile / Autónomo
Cada vez que una persona llega a altos cargos de poder debe estar preparada para enfrentar las crisis que llegarán. En comunicación hablamos de antídotos, es decir herramientas que ayuden a sobrevivir a la mordedura. En el caso de la política se trata de forjar alianzas, de cohesionar equipos, de extender a la comunidad -a través de los medios de comunicación- un discurso coherente y transparente.
Lo que ha sucedido en el gabinete de asesores del Presidente es un mal síntoma, donde debió ser despedido el mismo jefe, Matías Meza-Lopehandía. La gota que rebasó el vaso fue la descordinación con la ministra Marcela Ríos, con el tema de los 11 y luego 13 indultos. De inmediato se endosó el error a periodistas del Ministerio de Justicia, pero una semana después el Presidente decidió el despido de su jefe de gabinete de asesores y de la ministra. Un terremoto, donde el Presidente no escondió la basura debajo de la alfombra. Actuó con transparencia y de cara a la audiencia dijo que se fueron (hubo) “por desprolijidades”.
Pero pasó una semana desde el domingo cuando habló en Brasilia defendiendo su indulto a Jorge Mateluna, ante una pregunta periodística, cuando el Presidente comenzó a percibir el riesgo en que estaba, al darse el debate con la oposición sobre un segundo indulto a la misma persona (el primero no fue firmado en el segundo gobierno de Michelle Bachelet). Aparte de los 2 omitidos en el primer comunicado, se sumaba el de delincuentes por delitos comunes, todo mezclado con condenados por el estallido.
Todos se marearon, causando la semana “horribilis” de inicio del año, salvo el Presidente que, con una decisión clara y categórica, no se creyó el cuento del “error” de la Unidad de Comunicaciones del Ministerio de Justicia. Llamó a su jefe de asesores Meza-Lopehandía y a su ministra Ríos y una semana después les despidió.
Como conclusión, sin lugar a dudas, ambos no supieron diseñar antídotos para las crisis. Si no hay cohesión en los equipos, desde la secretaria hacia abajo, se da maltrato en los equipos de gobierno. Cuando debe intervenir la ANEF, es porque la denuncia es seria, y en la oficina de asesores ya eran cotidianos los reclamos.
Al otro lado de la calle una ministra de justicia que actuaba con reconocido desprecio hacia personas calificadas. Es el caso de no dirigirle la palabra durante 15 minutos a José Morales, primer candidato del Presidente para liderar la fiscalía Nacional, mientras juntos esperaban en una oficina de palacio ser recibidos por la ministra del Interior.
¿Por qué les costará tanto ser como el Presidente, un poco más humildes, despojándose del elevado ego, tratando a los demás como iguales?
No lo sé, quiero creer que se marearon. Acá no se trata de enjuiciar a las personas por su edad ni la supuesta inexperiencia, porque la ex ministra pasa los 50 años y el ex jefe de asesores del Presidente los 40, sino de aquello que no se compra en la farmacia y que todo funcionario público debe poseer en abundancia: servir con lealtad a sus subordinados, primero, sin endosarles culpas que no tienen, al Presidente más allá de declararlo a los 4 vientos y al país en su conjunto.
Sigo creyendo que se marearon.
IMAGENES / Agencias